Mizuho Hosogi.Información adicionalIntereses concurrentesLos autores declaran que no tienen intereses concurrentes.Contribuciones de los autoresLos autores escribieron el manuscrito y tienen la responsabilidad final de la decisión de presentar el manuscrito para su publicación.Archivos originales enviados por los autores para las imágenesA continuación se presentan los enlaces a los archivos originales enviados por los autores para las imágenes.Archivo original de los autores para la figura 1Derechos y permisos
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BioPsychoSocial Med 6, 9 (2012). https://doi.org/10.1186/1751-0759-6-9Download citationComparte este artículoCualquier persona con la que compartas el siguiente enlace podrá leer este contenido:Get shareable linkLo sentimos, actualmente no hay disponible un enlace compartible para este artículo.Copy to clipboard
Autoestima – deutsch
Los pensamientos y sentimientos de la mayoría de las personas sobre sí mismas fluctúan en cierta medida en función de sus experiencias diarias. La nota que sacas en un examen, cómo te tratan tus amigos, los altibajos en una relación sentimental, todo ello puede tener un impacto temporal en cómo te sientes contigo mismo.
Sin embargo, la autoestima es algo más fundamental que los altibajos normales asociados a los cambios de situación. Para las personas con una buena autoestima, los altibajos normales pueden provocar fluctuaciones temporales en cómo se sienten consigo mismas, pero sólo hasta cierto punto. En cambio, para las personas con baja autoestima, estos altibajos afectan drásticamente a la forma en que se ven a sí mismas.
Las personas con baja autoestima suelen depender de cómo les va en el presente para determinar cómo se sienten consigo mismas. Necesitan experiencias externas positivas (por ejemplo, cumplidos de amigos) para contrarrestar los sentimientos y pensamientos negativos que les acosan constantemente. Incluso entonces, la buena sensación (como la de una buena nota o un cumplido) suele ser temporal.
De dónde viene la autoestima
Si está de acuerdo con la afirmación de Dorothy Briggs en La autoestima de su hijo de que «la autoestima es el resorte principal que lleva a cada niño al éxito o al fracaso como ser humano», entonces una labor crucial para todo padre y todo profesor es afirmar y fomentar la autoestima en cada niño. Como padres, nuestra responsabilidad es incluso mayor que la de los profesores, que nos siguen muy de cerca, porque somos la influencia más significativa en la vida de nuestros hijos. El libro de Aspy y Roebuck, Kid’s Don’t Learn from People They Don’t Like, sugiere que la forma en que vemos, valoramos y tratamos a los niños afecta a cuánto aprenden de nosotros.
La autoestima proviene de aprender a aceptar quiénes somos, viendo las insuficiencias y, aun así, eligiendo gustarnos a nosotros mismos. La autoestima de cada niño crece con cada experiencia de interacciones satisfactorias a través de palabras positivas. Es importante hacer que el niño crea que puede manejar su vida y manejarla bien. Según Madelyn Swift, nuestra salud emocional depende de nuestra autoestima. Gustarnos a nosotros mismos y sentirnos capaces son los cimientos sobre los que descansa la salud emocional.
Cómo mejorar la autoestima
Padres, profesores y otras personas. Las personas de nuestra vida pueden influir en cómo nos sentimos con nosotros mismos. Cuando se centran en lo bueno que tenemos, nos sentimos bien con nosotros mismos. Cuando son pacientes cuando cometemos errores, aprendemos a aceptarnos. Cuando tenemos amigos y nos llevamos bien, nos sentimos queridos.
Pero si los adultos regañan más de lo que alaban, es difícil sentirse bien con uno mismo. El acoso y las burlas de hermanos o compañeros también pueden dañar la autoestima. Las palabras duras se quedan grabadas y se convierten en parte de la imagen que tienes de ti mismo. Por suerte, no tiene por qué ser así.
Hay otras formas de pensar sobre las mismas cosas. «Esta vez no he ganado, pero quizá la próxima». «Quizá pueda hacer amigos». Esa voz es más esperanzadora. Te ayuda a sentirte bien. Y puede resultar cierta.
A veces, la voz de nuestra cabeza se basa en palabras duras que nos han dicho otros. O en malos momentos a los que nos hemos enfrentado. A veces, la voz es simplemente nuestra propia dureza. Pero podemos cambiar la voz de nuestra cabeza. Podemos aprender a pensar mejor de nosotros mismos.